En una entrada anterior, hablamos acerca de la importancia de preparar nuestra mente para la práctica, hoy agregaremos un aspecto más de dicha preparación: el objetivo. Para organizar el entrenamiento, debemos saber qué es lo que deseamos alcanzar con él. De lo contrario, nos veremos ajecutando un conjunto de técnicas que no tendrá sentido para nosotrxs.
Podemos dividir los objetivos, según accesibilidad en el tiempo, en los que pretendemos obtener en un corto, mediano y largo plazo. Estos tres, idealmente, deberían complementarae entre sí, de manera que alcanzar un número determinado de pequeños objetivos me acerque progresivamente al objetivo a largo plazo.
Un beneficio secundario del trabajo por objetivos, es que nos permite conocer nuestro grado de concentración clase a clase. Pués si me propuse, por ejemplo, patear solo con la pierna que más me cuesta, y no lo hice, sabré que tendré que concentrarme más la próxima vez.
Hay un cuarto tipo de objetivo fundamental, que podemos llamar «inalcanzables». Estos cumplen la función de ideal regulativo. Es decir, si mi objetivo es dominar todos los estilos de Kung Fu, sé que eso no es posible por su inmensa variedad y complejidad, sin embargo, ese objetivo ayudará a que nunca deje de buscar aprender y dominar nuevas técnicas.
Hablá con tu instructxr, acordá qué es lo que necesitás trabajar, planificá una progresión dividida en objetivos y entrená para alcanzarlos, recordando que cada unx es responsable de su práctica.